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8 de diciembre de 2012

Nube tóxica... un poquito tóxico, un poquito manipulado


El fiasco del 7D minimizó el tema de la nube tóxica. Y tanto la “Corpo” como la “Korpo” eludieron prolijamente la cuestión de fondo.

“Daños menores”, “mediana intensidad y toxicidad moderada”, dice Página/12. Tiempo Argentino “aclara” la cuestión enumerando comunicados de diversas instituciones: “carbonato de baja peligrosidad”, “ácido sulfhídrico”, “fosforado”, etc. Clarín apunta a los responsables del agravamiento del incidente tras los desaciertos cometidos al inicio: ¿la culpa fue de las autoridades nacionales, de las de la Ciudad, o de ambas?

En ningún caso se hace referencia al tema de los temas: cada año aumenta exponencialmente el tonelaje de agrotóxicos importados y arrojados al ambiente en todo el país. Las “nubes levemente tóxicas” son castigos diarios que sufren centenares de pueblos y millones de personas en el territorio argentino y en toda América Latina. Los casos de enfermedades y de muertes se multiplican, sin que los diversos gobiernos tomen medidas efectivas. Y la prensa, del color que fuere, trata el tema como “incidente”, “accidente” y calificativos por el estilo.

Sólo el año pasado, sólo la multinacional Monsanto, facturó por 4.124 millones de pesos, la mayor parte de ese monto por ventas de su agrotóxico glifosato (nombre comercial, Roundup). Sólo entre entre 1996 y 2006, la maderera Alto Paraná aplicó mil toneladas de glifosato en sus plantaciones de pinos transgénicos, sin contar otros agrotóxicos. Hace pocos meses, en Córdoba, un fallo judicial sentenció que contaminar con glifosato es un delito, pero los tres procesados quedaron en libertad.

“Todos los días, en el puerto de Buenos Aires, se cargan y descargan contenedores con sustancias tóxicas, que también se almacenan allí”, dijo Verónica Odriozola, coordinadora de la ong Salud sin Daño para América Latina. “Nos enteramos cuando ocurren incidentes como éste, pero pasada la conmoción por la nube tóxica, el riesgo sigue, sobre todo para las comunidades que están en contacto permanente con estos químicos”.

El insecticida Thiodicarb que se quemó ayer es un carbamato con actividad insecticida: mata huevos, larvas y adultos, y se usa mucho en cultivos de algodón, maíz, sorgo y soja. El manual dice que su calificación toxicológica es II (altamente tóxico), y que se absorbe por todas las rutas de exposición: oral, dérmica, conjuntiva e inhalatoria. Inhibe la colinesterasa, un neurotransmisor muy importante, interfiriendo en las sinapsis del sistema nervioso. Algunos de sus efectos: agitación, taquicardia, confusión, hipertensión, delirium, convulsiones, depresión respiratoria, broncoespasmo, vómito, calambres, coma, diarrea, micción involuntaria, dolor abdominal, hipotensión, etc.

El “levemente tóxico” que todos los medios proclamaban ayer denota que están ignorando un poquito, u ocultando “levemente”, las nubes de veneno que cubren el agro argentino. Parece que para empezar a discutir un modelo agropecuario que mata a la gente y envenena la tierra, habrá que esperar a que bajen los precios de los commodities. En eso coinciden todos los medios, antes y después del 7D.

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